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jueves, 25 de noviembre de 2010

Uno de los malditos... a su consideración

Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde
se abrían todos los corazones.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
Yo me he armado contra la justicia.
Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros!
Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para
estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz.
Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las
plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido
cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas
pasadas a la locura.

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